Cielo nublado, vómito de serpiente
Los fatigados ojos
ya no miran más allá de la frontera.
El vagabundo camina sin rumbo alguno,
exiliado en su propia ciudad
atrapado en su propio cuerpo
Va bien vestido
es un joven apuesto
Pero camina y se detiene
Sin estar en ninguna parte.
Su voz es áspera
silencios sepulcrales
en su alma de asesino...
Se columpia sobre el precipicio de la muerte.
Saca una moneda
y vuelve a introducirla en su bolsillo.
No duerme
No come
No vive
No respira
Está solo
Se asfixia...
Otro hombre asesinado por la nada.
Los fatigados ojos
ya no miran más allá de la frontera.
El vagabundo camina sin rumbo alguno,
exiliado en su propia ciudad
atrapado en su propio cuerpo
Va bien vestido
es un joven apuesto
Pero camina y se detiene
Sin estar en ninguna parte.
Su voz es áspera
silencios sepulcrales
en su alma de asesino...
Se columpia sobre el precipicio de la muerte.
Saca una moneda
y vuelve a introducirla en su bolsillo.
No duerme
No come
No vive
No respira
Está solo
Se asfixia...
Otro hombre asesinado por la nada.
¡Qué bueno!, realmente. Así es la vida en poesía.
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