domingo, 3 de octubre de 2010

LA CARRETERA DESOLADA


Iba bajando por una carretera desolada. Tenía la garganta irritada
y me sangraba la nariz.


Fue al viejo puente donde había besado a una chica por primera vez. El lago estaba contaminado.
La tristeza. La gran tristeza se apoderó de todo su ser. 
Canciones que nunca fueron cantadas, bailan en el cerebro 
del cerebro de nuestros cerebros.
Un automóvil clásico de los 50'. 
Vamos a gran velocidad por La carretera desolada. 
Somos un grupo de cuatro amigos muy unidos que crecieron juntos. 
Todos hombres jóvenes.


Uno de nosotros bebe una lata de cerveza y se queja de que está caliente.
Uno de nosotros masca hojas de coca y no para de reír a carcajadas.
Uno de nosotros conduce muy concentrado y enciende la radio.


La atmósfera se llena de una cascada de 
sonido celestial que surge del órgano de Ray Manzarek. 
Estamos escuchando una extraña versión en vivo 
de “Light my fire”; la canción dura 20 minutos 
y los solos entre Manzarek y Robby K. son extraordinarios.


Uno de nosotros se pone melancólico al oír la canción; 
con lágrimas en las mejillas, 
saca dos píldoras con intención de ingerirlas para aplacar su pena.


No sabemos a dónde vamos. A pesar de ser grandes amigos, 
no nos hablamos entre sí. No podemos comunicarnos.


Cada uno de nosotros está encerrado en su propia celda mental.


Iba bajando por una carretera desolada. Tenía la garganta irritada
y me sangraba la nariz.

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