J despertó, y cuando abrió los ojos encontró sus sesos esparcidos
sobre un catre. Su primera reacción fue de espanto,
pero luego de unos instantes asumió que su vida había
tomado un nuevo rumbo y aceptó la situación(Además de
sus problemas para distinguir la realidad, J sufría de
una leve paresia periférica del nervio facial,
dolencia que nunca dio a conocer).
El día anterior, su médico de cabecera,
el célebre Dr. Brein, le había recetado tres barras
de chocolate por día (el chocolate
contiene Fenilanalina, sustancia que eleva
los niveles de Serotonina en el cerebro)
luego de que su reciente tratamiento a
base de sales de litio, Ácido Valproico y
toda suerte de fármacos estabilizadores
del ánimo haya terminado en un rotundo un fracaso.
El Dr. Brein había oído sobre los efectos
benéficos del chocolate de boca de un colega amigo,
el Dr. Butcher, quien acababa de regresar
de un Congreso realizado en Suiza,
donde conoció la terapia chocolativa.
Utilizan el chocolate (los resultados de
esta nueva terapia experimental nunca
se dieron a conocer) para combatir los arranques
de violencia en pacientes con el trastorno bipolar
y en alienados con alteraciones mentales aún
no diagnosticadas.
Los pacientes recibieron altas dosis de chocolate
(administrados como barras comestibles, supositorios,
inyecciones, etc.) durante una semana,
internados en un hospital y bajo estricto control médico.
A Butcher le asignaron el caso de un ex-convicto
ultra violento cuyos ataques de ira le habían
llevado a cometer atrocidades innombrables en el pasado.
Butcher afirma que luego de la terapia chocolativa,
el paciente se integró a la sociedad de manera
productiva y no volvió a cometer crímenes
violentos al azar.
El único altercado que tuvo fue una discusión con su jefe
(había conseguido trabajo como maquinista en una fábrica)
en el cuál sólo llegó a cortarle ambos brazos con una
sierra eléctrica. Pero Butcher está convencido de
que su paciente tenía motivos suficientes para
justificar su acto, ya que el jefe le debía desde hace
meses un almuerzo que el ex-convicto le había
ganado en una apuesta.
Los comportamientos moderados de la mente
no revelan la conducta atípica del alienado.
Los alienados NO toleran el rechazo
de los principios fundamentales en los que creen.
Algunos enajenados mentales
no proyectan su verdadera realidad mental(?)
El doctor Brein llegó a la clínica y entró
a su consultorio. Como sabía que le esperaba una larga
jornada con pacientes problemáticos, decidió que
debía prepararse adecuadamente para la situación.
Comenzó inhalando éter de un pañuelo que empapó
con la sustancia. Luego abandonó su consultorio,
fue al quirófano de la clínica, y, aprovechando
que el anestesista de turno había salido,
se acostó sobre una cama y se colocó una máscara
de la cuál aspiró oxido nitroso(también conocido como
el gas de la risa) por diez minutos.
Sintiéndose en buen estado y con ánimos de ponerse
a trabajar, regresó a su consultorio.
Allí lo esperaba J, sentado en una silla, ubicada
frente al escritorio del doctor.
Brein saludó al paciente soltándole un fuerte
estornudo en el rostro; caminó tambaleante
hasta su escritorio, se sentó en su silla,
sacó el pañuelo que contenía éter y
lo aspiró por unos segundos.
Acomodado en la silla, con la mente divagando
en extraños ESPACIOS, tomó la iniciativa
sin dar a J la oportunidad de pronunciar
palabra alguna. Bueno - empezó el Dr.,
fuertes carcajadas que desfiguraban su rostro
interrumpían sus palabras continuamente.
Su mandíbula parecía estar a punto de caer al suelo
en cualquier momento -, aquí no hay mucho por hacer.
Digo que... Todo es natural, hasta sus tripas
colgando como péndulos por el perímetro anal, y créame
que por experiencia propia sé que eso no es muy agradable...
Reaccionas y tu mente no te sigue,
¿correcto? Bien- el discurso del Dr. fue interrumpido
por un ataque de risa que sacudió todo su cuerpo,
parecía un cadáver a punto de destartalarse -. Lo
que ocurre es que el cuerpo no acompaña al instinto animal
cuando uno está fuera de sí, es una regla básica de
la medicina. Tú sabes que estás muerto pero los demás no
(entre risas, estornudos y sonidos indescriptibles,
el doctor asentía cuando J decía alguna cosa que apenas
alcanzaba a oír, sin interés alguno. La vista se le había
nublado y sólo quería deshacerse del paciente
cuánto antes para proseguir con su automedicación).
Mientras tanto, en una sala secreta, el director
de la clínica era masturbado reiteradas veces por
una enfermera ninfómana llamada SAMANTA
(la pobre chica había sido expulsada del colegio de
Orgonomía por no poder controlar sus impulsos erotómanos).
En el consultorio de Brein, un angustiado J empezó a manifestar sus inquietudes. - Necesito ayuda, doctor.
Este no es el estilo de vida que nos prometieron... ¿A dónde fueron a parar nuestros padres, nuestras putas,
nuestros sueños?
¿Qué nos queda por hacer?
Pasar el tiempo con placeres prohibidos
Aplacar el dolor a cualquier precio
Devorarnos unos a otros
Amarnos
Añorarnos
Te extraño tanto
Te extraño tanto
Te extraño tanto
Te observo desde el fondo del infierno.
!Dios no caga!
¿Por qué nacimos atrapados dentro de tan horribles FORMAS?
Pregúntaselo a Dios
Pero no te dará respuestas.
Cada loco encuentra las respuestas en su interior
Y vive convencido de que ha descubierto la verdad.
Sí, al principio pensé que ese era el motivo central de
la enfermedad.
Era un hombre cansado. Lo había buscado y probado todo.
Su única meta consistía en hallar la cura.
Una vez curado de su mal, podría decidir qué hacer con su vida.
Era un hombre cansado y lleno de ira.
Lo que más le enfurecía era que los mismos métodos
que a él le habían fallado, parecían ser útiles para otros.
Y Los otros le hablaban de los milagros de la vida.
Esto le hacía sentirse como un maldito,
condenado de por vida a la enfermedad
¿De dónde brotaba su enfermedad? ¿Cuál era el origen de la misma?
¿Por qué carcomía hasta lo más profundo de su alma?
La enfermedad estaba en su interior y se apoderaba de su cabeza,
llevándolo a un estado de ruptura.
Pero estaba errado, doctor... Dios no es el culpable... Y como si
esto fuera poco, he contraído una nueva enfermedad, ALGO
totalmente nuevo... La llamo: Mi yo sin sesos. Sí, doctor,
escuche bien, no más gris, no más materia no más masa encefálica
ni órganos ni NADA, sólo moscas, parásitos y bacterias sobre
mis sesos. Los veo sobre el catre desde hace una semana, doctor.
Y estoy empezando a preocuparme, usted sabe lo peligroso que puede resultar exponer órganos vitales a la intemperie, podrían terminar
contaminados por organismos desconocidos para la ciencia...
Tal vez mis sesos ya están infectados...
- Comprendo, comprendo - respondió Brein, hizo una pausa, sacó el pañuelo e inhaló profundamente-
¿Consume usted algún tipo de drogas? Siéntase libre de contarme todo con exactitud, esta conversación es
estrictamente confidencial.
Píldora
sobre
síntoma
sobre
bosques
guerras y demencia.
- Consumo las necesarias para modificar algunos de mis erráticos comportamientos. Recuerde doctor,
que es indispensable depurar las ideas y agudizar la mente. Sólo busco un equilibrio químico - espiritual
para lograr ver las cosas de la vida, con la certeza de que aparecen con sus FORMAS verdaderas.
La mente de un niño
es prisión del adulto
que pensaba como niño
las FORMAS secretas
forman el alma del niño
Además, resulta evidente que es imposible soportar el ritmo del siglo XXI sin un poco de ayuda extra.
Quiero medicina para la cabeza, Dr. Brein.
-¿Tiene usted la certeza de que fueron sus sesos los que ha visto
sobre el catre, señor? - el doctor sacó 2 píldoras y las tragó con un trago de agua.
- Por supuesto. Míreme -J inclinó levemente la parte posterior de su cabeza hacia el doctor -. ¿Por qué
cree que llevo estos molestos trapos sobre la cabeza? - El Dr. Brein se levantó lentamente de la silla para
observar la cabeza del paciente. Luego de dar un rápido vistazo desde el escritorio que los separaba,
volvió a sentarse.
-¿Tiene familiares o amigos cercanos?
- No, sólo cabezas, brazos, piernas, nalgas y cuerpos
desmembrados... Están esparcidos por toda mi casa, y afirman
conocerme bien... Puede verlos cuando desee, doctor.
- No creo que sea necesario. Sé que usted no me ocultaría
ningún detalle. ¿HAY ALGO más que quiera decirme?
¿Ha tenido pensamientos suicidas?
- Verá doctor, a medida que pasa el tiempo, uno llega a un punto en el que odia su vida...
No la reconoce como suya... No sé como explicarlo... El suicidio es una cura, no una gelatina.
El suicidio es a menudo el acto final de una serie de comportamientos autodestructivos. La autoagresión violenta puede ocurrir
durante un cambio de humor hacia una depresión profunda.
Los cambios de humor pueden estar causados por fármacos
o por enfermedades mentales como el trastorno Bipolar
o el desorden de personalidad borderline.
Una persona que está experimentando un cambio de humor
hacia la depresión es consciente sólo de modo parcial,
y probablemente después, recuerde sólo vagamente su intento de suicidio.
Los que padecen epilepsia,
especialmente aquellos con epilepsia del lóbulo temporal,
con frecuencia experimentan episodios depresivos breves pero intensos
que incrementan el factor de riesgo para la conducta suicida.
-¿Ha intentado quitarse la vida alguna vez? - el doctor fue víctima de otro fuerte ataque de risa -¿No se
le ha ocurrido la idea de que tal vez ya esté usted muerto? No quiero alarmarlo... Pero en mis 40 años
de experiencia nunca vi un caso como el suyo... Usted está destrozando a todas las leyes de la medicina...
¿No se habrá volado los sesos de un escopetazo? Puede ocurrir, sabe...
El recuerdo de mi muerte
no prueba mi existencia
Hechos o conceptos
no me otorgan vida propia.
- Sí, confieso que he llegado a la conclusión de que ya
estoy muerto. La cosa es así, doctor, la madre naturaleza
ha sido generosa con ciertos imbéciles que poseen el privilegiado
don de no pensar nunca en la muerte. Y lastimosamente, yo no
pertenezco a ese grupo privilegiado.
Reiteradas ideas sobre el suicidio y la muerte
-¿Recuerda como fueron sus últimos momentos de vida?
- el Dr. Brein empezó a dormitar, desparramado sobre su silla.
- No... Sólo recuerdo que abrí los ojos y vi mis sesos esparcidos en el catre. Al comienzo me asusté...
Después de un tiempo me acostumbré y lo vi como un cambio en mi manera de vivir... Pero me alejé
del catre debido a que soy alérgico a la sangre.
- Comprendo -Brein dejó escapar una suerte de
bostezo-estornudo, acompañado de unas carcajadas que hicieron
brotar lágrimas de sus ojos -. ¿Ha reflexionado sobre los
posibles daños que ha sufrido su organismo? ¿Es consciente de la posibilidad de que sea usted incapaz de razonar?.
- En realidad no, doctor... Y en cuanto a mi capacidad para razonar… no sé si es conveniente
intentar pensar en un estado tan crítico como el mío, además, sólo veo puntos, líneas sin sentido,
también estoy mal del oído, pierdo la audición con frecuencia... Y... últimamente... sólo escucho
mi propia VOZ...
Su VOZ es suficiente para enloquecer a un hombre
Líneas sin FORMA. Sensaciones. Horror y velocidad.
Doctor, imagino que no pensará que a esta altura le estoy mintiendo, ¿verdad?.
Había una VOZ interna que le daba consejos constantemente.
La oía cuando su mente estaba inmersa en la quietud,
al intentar ver la realidad. Pero además, él oía OTRAS VOCES.
VOCES malignas que lo arrastraban al borde de la locura,
¿Debería confiar en LA VOZ que le aconsejaba?. Definitivamente.
Porque pronto aprendió a diferenciar LAS VOCES, a conocer el origen
y la naturaleza de cada una de ellas.
Por ello llegó a la conclusión de que esa VOZ deseaba ayudarle.
- No, sé que usted no intentaría engañarme.
¿Y qué me dice de un poco de paranoia?
¿Siente que lo observan, que lo estudian?
- Ahora que me lo dice... Suelo sentir... Como una fuerza...
Pero cada vez que intento hablar sobre ello me entran unas ganas irresistibles de orinar... Me está ocurriendo ahora mismo, doctor,
siento que mi vejiga está por reventar... Podría orinar en
cualquier momento, doctor...
- No... Por favor... No se preocupe... Olvide el asunto,
sólo era una pregunta de rutina... - El Dr. Brein miró el reloj
de la pared y decidió que era el momento de poner fin
a la consulta -. Bueno, se nos acabó el tiempo...
Creo que hemos logrado un gran progreso - El doctor se incorporó;
poseído por ataques de risa que le impedían hablar, llegó
tambaleando hasta la puerta y la abrió -. Es todo por hoy, puede retirarse...
J permaneció quieto en la silla, observando confundido al doctor,
quien estaba retorciéndose de risa junto a la puerta abierta,
aguardando que el conflictivo paciente se marchase.
Luego de unos instantes de expectativa, Brein acabó perdiendo
la paciencia. Muerto de risa, lagrimeando y estornudando,
fue hasta J, lo agarró por los trapos que cubrían su cráneo
y lo echó a patadas del consultorio.
Brainiaco
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